MODULORAMA
Piensa en caballos muertos sobre los que se arrastran sus compañeros famélicos, entre zumbidos de moscas verdes y espigas ocres demasiado perfectas para ser reales.
Luca llega a Reparación llevando consigo sólo una guitarra, un puñado de canciones y una pena hacia sí mismo, y hacia el mundo que le rodea, afilada y llena de aristas. Para él, este pueblo es cualquier pueblo, es el mismo al que acudió para el trabajo anterior y el mismo al que marchará para el trabajo siguiente; tal como no recuerda absolutamente nada de los lugares anteriores, pronto olvidará este y los que le sucedan.
Las calles de Reparación son apenas un dibujo a mano alzada sobre el polvo de las ruinas de un pasado ideal; cada uno de sus habitantes guarda un secreto, está enfermo de violencia, asco y hastío, rinde cuentas sólo al instante y existe por y para el deseo y el instinto; por contraste, los pocos animales que encantan el sitio parecen haberse visto obligados a convertirse en garantes de la decencia y la mesura, en más humanos que los animales humanos con los que comparten territorio.
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