Cuando los Max Mix dominaban la tierra.
Toni Peret, padre de la mítica saga de megamix, recorre la época dorada de la música disco comercial en un libro autobiográfico
Cuando el casete era la moneda de cambio en la música y los vinilos representaban el alfa y omega de los dj, nació una saga musical tan ignorada por la crítica como adorada por las tiendas de discos y el gran público: Max Mix . Pronúncienlo prolongando la “a”, como si estuvieran escuchando alguna de estas mezclas de éxitos de las pistas de baile, aliñados con efectos tan rudimentarios como rompedores, que inundaron el mercado en los años ochenta y noventa con la firma de Toni Peret, dj, locutor y protagonista de Toni Peret y sus herman@s del ritmo (Applehead Team). Una biografía escrita por David Cuevas que viaja por la intrahistoria de estos megamixes que comenzaron a grabarse en un piso barcelonés con olor a cinta magnetofónica y alcanzaron -de manera casi insultante para algunos- el número uno en las lisas de ventas.
El recorrido incluye la música máquina, el eurodance, Paco Pil, Mike Platinas, Pocholo Martínez Bordiu, Encarna Sánchez ( Encarna de noche ), unas dosis de reguetón, secuestros, sobornos, muchos discos de platino y Crónicas Marcianas . Tomen aire.
Toni Peret no se drogaba, bebía cubatas aunque nunca se emborrachaba y acudía regularmente a misa, así era el hombre que protagonizó la época de más éxito del sonido Max Mix tras enrolarse con solo 21 años en una aventura donde le obligaban a trabajar más de 14 horas de lunes a domingo y a dormir en un colchón junto a la mesa de mezclas. Todo merecía la pena para aquel joven que comenzó su carrera en los estudios de Radio Miramar de plaza Catalunya, empujado por su afición por la tecnología musical. Allí pinchó su primer disco y tuvo su primer programa de 4 a 10 de la madrugada. “Me encantaba levantarme a las 3 para ir a la radio”, rememora Peret sobre una época en que coincidió con grandes de la radio y se enfrentó con algunos de ellos, caso de Encarna Sánchez, que hacía un programa en el estudio de al lado y se quejaba del volumen de la música que pinchaba su vecino. “Comenzó a gritar y yo, que pasaba de todo, le dije que se callara. Nadie la tragaba, era insoportable”.
El primer Max Mix con la firma de Peret y Castells (tercero de la serie) fue un éxito que vendió 200.000 copias, cifra que se dobló en la cuarta entrega gracias a una de las muchas trampas comerciales que relata el libro. “Sobre todo fue por una operación de marketing titulada Hazte tu megamix . La gente joven en aquel momento se preguntaba cómo se hacían todos aquellos efectos, y les dijeron: ¿quieres aprender? Compra el disco. Fue todo un engaño, porque se enseñaba a hacer montajes con cinta de casete, algo que yo no he hecho nunca”.
Estas técnicas comerciales llevaban la firma de Miguel Degá, turbio cofundador de Max Music que años después encargó a unos sicarios el asesinato de su socio. “Degá era un gran gurú y al mismo tiempo era como el padrino, daba miedo pero también era alguien que entrabas en su despacho y salías queriendo comerte el mundo”. Bajo su mando, la productora no dudó en sobornar a un alto cargo de Los 40 Principales en Barcelona, a quien regalaron un chalet en L’Ametlla. “Se presentaba en el estudio para escuchar nuestros discos –recuerda Peret de aquel directivo- y curiosamente los número 1, 2, 3 y 4 del top 40 eran de Max Music. También tenían en nómina a un Guardia Civil de aduanas que no dejaba entrar los discos de Blanco y Negro”, la discográfica de la competencia.
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